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25 mar 2014

Lo bueno de Venezuela Por Laureano Márquez

…Facundo Cabral decía que estar deprimido es estar distraído de las cosas buenas que nos pasan. También dice un dicho que “el mal hace ruido y el bien es silencioso”.

Hoy, que hay tantas razones para sentirse uno mal, es mejor sentarse a realizar un inventario de las cosas buenas. Hice el mío y pedí ayuda a mis compatriotas por las redes sociales y esto fue lo que salió, las cosas buenas que no debemos olvidar:

Tenemos las mujeres más hermosas del mundo, las arepas y las hallacas, que las siguen a moderada distancia. Construimos el puente sobre el Lago de Maracaibo. (…), el teleférico de Mérida es el más alto y segundo más largo del mundo. Esta es la tierra de Simón Díaz y de Joselo, del sistema de orquestas juveniles que asombra al mundo. Somos un país en el que hasta los ateos piden la bendición.

Un venezolano, el Dr. Fernández Morán, inventó el bisturí de diamante. Tenemos en diciembre y enero un azul celeste incomparable. Nuestras tardes son una fiesta de guacamayas multicolores. Esta es la tierra de Davalillo, David Concepción, Galarraga, Vizquel, Maldonado, Greivis, Limardo, Aparicio, Carrasquel, Rafael Vidal, Baena, Coste, Guillén y tantísimos más.

Contamos con el humor para sobrellevar las tristezas cotidianas, con exponentes tan excelsos como Aquiles Nazoa y Pedro León Zapata, que nos enseñan a pensar con ingenio. Olvidamos que en la Asamblea Constituyente de 1946, su presidente atenuaba las duras tensiones políticas con versos humorísticos, lo que motivó que el Dr. Caldera llamara a Andrés Eloy Blanco “el amortiguador de la Constituyente”.

Tenemos ríos espectaculares y represas que los contienen para sacar de ellos electricidad. Contamos con nieves perpetuas a media hora de playas cálidas de eterno verano. Hay en Ciudad Bolívar una hermosa zona colonial y un malecón que movió a Manuel Yanes a componer “Viajera del río”.

Nuestra Ciudad Universitaria de Caracas es Patrimonio de la Humanidad, como también la ciudad de Coro, donde Monseñor Iturriza, mientras pastoreaba su grey, bendijo a su diócesis con un museo. En la heladería Coromoto de Mérida se puede encontrar helados de todos los sabores que el hombre ha inventado y en la vía de Trujillo a Maracaibo los cepillados increíbles de “A que Betty” que le hacen a uno agradecer que el vuelo de Valera nunca salga. Nuestros hijos llaman tíos a nuestros amigos.

El chalequeo no molesta a nadie. Es impresionante lo adelantados que estamos en materia tecnológica, lo poco que nos toma hacer amistad con un extraño, la integridad de las almas que logran mantener su decencia en medio de este festival de corrupción, los productos que no hay en otros lugares: cocosette, diablitos, toronto y toddy. Los defensores de los derechos humanos y todo aquel que no se rinde.

El corazón venezolano que se abre a todos los que vienen de otras tierras, que hace que la palabra “musiú” no sea agresión, sino cercanía afectuosa. Nuestra gastronomía y nuestros chefs que hacen que en Venezuela se encuentre mejor comida española que en España y mejor pasta que en Italia. Aquí le decimos “mi amor” a todo el mundo. La biblioteca de Uslar, el Ávila, Jacinto Convit, Carlos Cruz Diez, el chocolate, La Chinita y La Divina Pastora, los piropos, el clima, la echadera de broma, nuestros artistas plásticos y caricaturistas, Los Roques, los Médanos de Coro, Margarita y la Colonia Tovar… la lista es larga y se termina el espacio; complete usted, querido lector, el listado de las cosas que le hacen sentirse orgulloso de ser venezolano y juntos luchemos por ellas.

Laureano Márquez
@Laureanomar
Publicado en TalCual
18 Enero de 2013

23 mar 2014

Historia de volanteo Por: Francisco Lugo

Fui al supermercado a comprar y me llevé unos volantes que no pude dar ayer. El volante trata sobre la subida de precios de los alimentos regulados. Me agarraron todos los volantes, incluso chavistas muy amables. De los 50 volantes, creo que 45 personas no sabían del aumento.

Me metí en la cola para pagar y había un grupo comentando los volantes y el lugar común era que el gobierno esta fallando. Nadie hablaba de golpe sostenido, de Maduro vete ya ni de #LaSalida, hablaban de la necesidad del gobierno de rectificar.

Una Sra. chavista solo asentía, tardó en hablar hasta que soltó: A Maduro se le fue esto de las manos."Con Chavez hice cola sólo en el paro, de resto compraba cuando quería sin tantas horas de cola"

En ese momento, aún en la cola y faltando para llegar, lancé la pregunta: "qué opina de la tarjeta nueva" El esposo de la Sra contesta de inmediato: "eso es una locura del ministro marico ese! Yo ahora no voy a poder darle a mis chamos vasos de leche sino tazas pequeñas para que dure hasta me dejen comprar? No sea guevon! La sra. Chavista completo: "yo no voy a registrarme, sere chavista, por Chavez, pero no pendeja. Yo quiero ver a ese Ministro que se registre y vaya a comprar los mismos días que yo a ver si es verdad Esta gente tiene que ver que hace, que es esa vaina que la gente se vaya a caer a coñazos en las filas por leche"

La sra. Chavista, ya me hice pana, me enseña el volante y me dice "esto si hay que protestarlo, cómo me dicen que estamos bien y todo aumenta. Y si al menos se consiguieran las vainas pero ni eso. Unas marcas más raras" La Sra. pagó sus cosas horrorizada. Dice: "lo que me dices en el volante lo acabo de confirmar"

"Voy a enseñar esto por la casa, nadie sabe de estos aumentos. No lo lei en VEA. Gracias por avisarnos"
La Sra. se despidió y vi como guardó su volante en la cartera, vi a otros hacer igual. Misión Cumplida, por hoy :)

Nadie peleó, nadie se insultó, minutos de debate sincero: la conclusión, este gobierno esta fallando

Historia contada por: Francisco Lugo
Tomado de su Twitter @LugoBurnett
23/03/2014

21 mar 2014

Comunicado a todos los venezolanos Por Vicente Díaz

El día de jueves 19 de los corrientes, se produjo la decisión del TSJ de condenar a más de 10 meses de prisión y el cese de sus funciones como alcalde al ciudadano Vicencio Scarano, alcalde del municipio San Diego del estado Carabobo. La decisión se produce por el desacato de una orden del TSJ en el marco de un amparo constitucional cautelar.
La orden emitida obliga a la remoción de escombros y a mantener despejada las vías públicas de basura y residuos que puedan ser utilizados para obstaculizar el libre tránsito de las personas.
También le ordena velar por la protección del ambiente, el saneamiento ambiental, aseo urbano y domiciliario; y desplegar actividades de control del delito.
Siete días después el TSJ decide que el Alcalde desacató su orden, lo manda a prisión y lo suspende como alcalde apenas a pocas semanas de haber sido proclamado como tal por el Poder Electoral como resultado de una elección donde el pueblo soberano de San Diego lo eligió para ese cargo.
La Constitución nacional establece que quien juzga la gestión de un alcalde son los electores de su municipio, quienes pueden destituirlo mediante un Referendo Revocatorio. Y aún ellos deben esperar un mínimo de dos años para darle chance de desarrollar su gestión. El TSJ tardó 7 días en revocarlo.
Mediante este pernicioso mecanismo el TSJ puede dejar sin efecto la soberanía popular ejercida mediante el voto cesando alcaldes o gobernadores que consideren, amparo mediante, que están desacatando su orden porque no logren recoger la basura o controlar el delito. Impidiendo de hecho el derecho de los electores a evaluar la gestión de los funcionarios que eligieron.
Este mecanismo se inscribe dentro de la actuación de diferentes Poderes Públicos para suspender de sus cargos a distintos funcionarios electos soberanamente por los votantes correspondientes; todos electos en las filas del bloque político, que ejerciendo sus derechos constitucionales, se opone a la gestión del gobierno nacional. Ese contexto incluye la inexistencia por parte de ningún Poder del Estado de alguna decisión contraria a las acciones o intereses de dicho gobierno. 
Esta reiterada y nociva práctica apunta a dar la razón a quienes señalan la inexistencia de hecho de la autonomía de Poderes propia del régimen republicano establecido en la Constitución nacional.
Reivindico el derecho de cualquier gobierno derivado de la voluntad popular de defender esa voluntad de cualquier intento de generar alternabilidad de gestión por mecanismos diferentes a los electorales. Pero esa defensa no puede ser a expensas a su vez de la anulación del derecho de los otros votantes de elegir o revocar sus autoridades locales. 
Reitero que en Venezuela hay infinidad de razones para protestar. La violencia no debe ser parte de la protesta, ni tampoco de su contención. El Estado debe actuar apegado irrestricto a la protección de los derechos humanos. Es inaceptable la represión desproporcionada observada en diferentes localidades.
Deploro la muerte de numerosos venezolanos resultado de acciones asesinas. Se impone la constitución de una comisión de la verdad donde estén representadas todas las partes, para que todas reconozcan sus resultados. 
El gobierno nacional debe propiciar un dialogo con la oposición en condiciones de respeto y dignidad. En un escenario que garantice el clima adecuado para avanzar en la búsqueda de soluciones a los numerosos y crecientes problemas sociales que agobian a la familia venezolana. El país no entendería que luego de una década pidiendo diálogo la oposición no aceptara incorporarse en un ambiente como el indicado.
La libertad de presos políticos como Iván Simonovis y Leopoldo López contribuirían enormente a darle sosiego a la familia venezolana y a los sectores productivos; y así poder dedicarnos entre todos a sacar a este país de la grave crisis económica por la que atraviesa.


Vicente Díaz
Rector Principal del Poder Electoral
@VicenteDz

Caracas, 20 de marzo de 2014

13 mar 2014

Reflexión Por Héctor Manrique

Ayer estuve en tres reuniones. Intento hacerme una idea de lo que nos pasa y de pronto dar alguna idea. No sé porque razón en algún momento alguien me dijo que yo era de Izquierdas y en otra de las reuniones me tildaron de Derechas. Hoy me levanto tan atormentado como de costumbre he intentado saber qué soy. Intentaré frente a ustedes una certeza a partir de mis gustos más íntimos.
Nunca me gustaron Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Si estaba en una fiesta y aparecía un espontáneo de la guitarra y arrancaban con "Mi Unicornio Azul" sabía que era la hora de irme: Soy de Derechas.
Siempre me ha conmovido Joan Manuel Serrat, lo sigo oyendo con devoción: Soy de Izquierdas.
Amo a Picasso: Soy de Izquierda Comunista.
Tengo debilidad por las mujeres bellas que usan perfumes: Soy Frívolo de Derechas.
Hay canciones de Alí Primera que me gustan. Reverón por ejemplo: Soy de Ultra-Izquierda.
Leí con pasión a Raymond Aron: Soy Ultra-Derechas
Me parecen las Guarimbas un error sin sentido: Soy Izquierdista Uña en en el Rabo.
Pienso que el gobierno de Maduro es un error de la historia: Soy de Derechas Piti Yanqui.
George Bush fue un error para el mundo entero: Soy un Izquierdista Histórico.
Me gusta la arepa: Soy de Centro.
No me gusta la mayonesa: Soy de Centro.
Siempre me ha simpatizado Felipe González: Soy de Centro Izquierda.
No me gusta la palabra Teatrero ni los que creen que para hacer teatro no hay que bañarse, andar pelúos, hediondos y con la ropa rota: Soy Derechista Encubierto.
No paso un mes sin volver alguna página de García Márquez: Soy de Corazón Izquierdista.
Leo todo lo que escribe Vargas Llosa: Soy Liberal de Derechas.
Pienso que el Sistema de Orquesta es un proyector extraordinario: a pesar de las cagadas de Abreu y Dudamel: Soy un NI-NI de Izquierdas y Derechas.
Pienso que Henrique Capriles debería ser el presidente de Venezuela, además de ser mi amigo: Soy de Centro Derechas y Centro Izquierdas.
Nunca me han importado la marca de los carros. Un hermano quiso prácticamente regalarme un Mercedes Benz y no lo acepté: soy Idiota de izquierda y derecha.
Oigo casi a diario The Rolling Stone: Soy Imperialista Inglés Derechoso.
Cuando conozco a alguien nunca le pregunto su tendencia política, no me importa: Soy un Indiferente de Izquierda y Derecha.
Me indigna hasta rabiar que maten gente: Soy de Derechas y de Izquierda, dependiendo de quién esté leyendo esto.
En fin........así podría seguir todo el día.
Concluyo que Un Hombre es Todos los Hombres y que no estaría mal derrumbar las etiquetas y mirarnos a los ojos, tal vez allí nos encontremos todos¡
Un abrazo.
HM
Tomado de su Facebook

8 mar 2014

Detenidos por volantear Por Yesmin Sánchez

"Paso a relatarles lo ocurrido hoy en Makro La Urbina. Disculpen lo largo pero trataré de sintetizar.

La cola de Makro se hace en los niveles inferiores del estacionamiento.Probablemente para que la gente no lleve sol y no se vea desde afuera Allí había un aproximado de 500 personas de todas las edades y zonas de Caracas pues había harina, aceite y azúcar! Algunos desde las 4am!

La gente súper receptiva y por supuesto la mayoría molesta por la humillación de las colas y la escasez generalizada.Algunas personas nos preguntaban "¿qué podemos hacer?" Yo les decía que es importante que lleven el mensaje a su comunidad y multiplicar. Otras personas nos pidieron más volantes para repartirlos en su comunidad. La molestia es grande pero no tienen voz, Otra nos dijo que por qué esas colas no salían en los medios. Que Maduro dice que todo está bien pero es mentira. Que esas colas no existen.

Así estuvimos unos 20 minutos. Previamente, un hombre le había tomado una fotografía a uno de los que volanteaban y al parecer aviso a la GN. Cuando ya nos íbamos, llegó la GNB junto a personal de la tienda a llevarse a mis compañeros. De la cola salieron como 10 personas a insultarnos y decirnos "FUERA" mientras el resto de las personas de la cola nos defendían a lo lejos. El resto de las personas gritaban "NO SE LOS LLEVEN, ELLOS NO ESTÁN HACIENDO NADA".

Los retuvieron por alrededor de media hora. Les pidieron sus teléfonos para borrar los videos de la cola que habían grabado. El guardia insistía en llamarlos "terroristas" porque al entregar esos volantes "estaban incitando al saqueo de la tienda". No les quitaron sus pertenencias, ni los agredieron físicamente, sólo les quitaron los volantes que quedaban y les pidieron que se fueran. Mientras tanto, comenzaron a llegar al menos 20 GNB y Guardia de Pueblo a "custodiar" las instalaciones y evitar que nadie se queje. Personal de Makro les indicó que la semana pasada unos jóvenes habían gritado "No hagan colas" y enardecieron a la gente al punto de saquear.

Mi mamá me pregunta si seguiré volanteando... Se imaginan mi respuesta: Ahora más que NUNCA. Mientras respire, lo haré"

Por: Yesmin Sanchez @yesminsanchez
Periodista, docente universitaria, redactora en @saladeespera_ve y correctora de @revistaAuno #Venezolana
Tomado de su cuenta de Twitter el 08/03/2014

7 mar 2014

Las guarimbas y el barranco Por Luis Vicente León

Existe una preocupación genuina, en algunos políticos, analistas y personas ponderadas de la propia oposición, con respecto a la parte violenta de las protestas contra el gobierno que están teniendo lugar en varias partes del país. Y tal preocupación radica en que es imposible generalizar toda esa protesta marcándola con la etiqueta golpista. Puede que al principio hubiera algunas chispas encendidas por los grupos más radicales, pero ahora hay una parte de la población que, producto de una espontaneidad que ha sido generada por el desespero, no encuentra otro medio para manifestarse y siente que no es posible quedarse callado ante los atropellos y el deterioro de su calidad de vida. Es una expresión social que debe ser leída con mucho cuidado.

Es imposible generalizar la protesta nacional (incluso la que ha derivado en actos de violencia) como producto de un plan de desestabilización al gobierno o un intento de golpe de Estado. Dejando de lado por un momento el pragmatismo, es perfectamente comprensible el sentimiento de la gente que se desespera genuinamente ante lo que vivimos. ¿Cómo no sentirlo? Incluso quienes rechazamos las guarimbas o las acciones duras sentimos también la frustración y la rabia ante un modelo político y económico primitivo que nos aleja cada vez más del desarrollo y deteriora evidentemente nuestras vidas.

Esas personas quieren canalizar su energía en la búsqueda de una solución, pero no han encontrado nada ni a nadie que se las ofrezca de manera racional y estructurada. Y entonces explotan. Pero lo hacen sin tener ni un plan, ni un objetivo concreto ni una articulación formal. Y eso se traduce en una especie de estallido de acciones y emociones incontroladas.

Y no es su culpa no saber cómo expresarse eficientemente.

La culpa, o al menos buena parte de ella, es de un liderazgo perdido, dividido, desarticulado y pobre que no es capaz de conducirla ni de conectarla por rutas creativas, articuladas y más sofisticadas que tirar piedras o quemar basura en una calle que, además, es su propia calle y no la del destinatario de su protesta.

Y el peligro que se corre es que la canalización anárquica de esa energía no va sino hacia otra gran frustración, que ya se vivió en 2002 y que podría costar años superar.

Esta protesta de guarimbas no tiene quién la dirija y se concentra en atacar a los propios, en tu propia calle o urbanización, sin avanzar hacia quienes realmente rechazan ni convocan a quienes necesitan que se integren para convertirse en mayoría. Una guarimba no va para ninguna parte, excepto a destruir lo que no se debe destruir y a darle excusas al adversario para maquillar y esconder el fondo de los problemas. Problemas que siguen ahí, independientemente de que las formas no sean las correctas.

Y acá es necesario hacer una acotación: no estoy cuestionando el fondo que produce estas protestas ni el derecho a explotar cuando el desespero es lo que queda, ni si es verdad o no que habrá quienes se sientan mejor después de hacerlo, como quien grita de rabia para liberar tensión. El asunto es que mientras están haciendo la guarimba, la confianza de la gente en la capacidad para sustituir lo malo que tenemos y corregirlo se fulmina.

Dicho de una manera más llana: una guarimba asusta a quienes deberías estar enamorando.

Si lo vemos numéricamente, que es la forma más concreta que tengo para verlo, las encuestas muestran que una población que mayoritariamente estaba de acuerdo con la idea de protestar y el derecho a que la gente lo hiciera cada vez que lo necesitara, ahora perciben la acción de calle como una protesta sifrina, concentrada en las urbanizaciones de clase media alta y rica, que además no conectan con la población más pobre, aunque ésta debería ser la más deseosa de cambio.

Las guarimbas maquillan y eclipsan el fondo de la protesta, tanto que las mayorías no logran reconocerlo ni identificarse con ellas. Pero mucho más interesante es este segundo resultado: la mayoría de las personas rechaza las protestas como si quemar un caucho o retar a la guardia antimotines multiplicara por cero las razones de la protesta y la lucha para lograr que el gobierno atienda la demanda de la sociedad, esa demanda que quienes rechazan la guarimba también tienen. Y esta misma mayoría cree que se desbordaron sin orientación ni sentido, las perciben violentas y culpan a una oposición que, por cierto, aunque no asume ni la dirección ni la responsabilidad de las guarimbas, es la que tendrá que asumir los costos políticos en cuanto a la pérdida de soporte a esa propuesta.

El tercero de los resultados que es necesario contemplar es que Nicolás Maduro sigue manteniendo a la mitad de la población conectada con el chavismo, mientras que la oposición queda totalmente fraccionada en una batalla interna brutal por controlar la nada.

Es obvio que las circunstancias dividen a la oposición entre quienes creen que ésta debe ser una lucha por articular la mayoría y presionar al gobierno a que responda las demandas de la gente, camino hacia procesos electorales futuros que lleguen con una oposición en mejores condiciones de defender, como sea, sus derechos; y quienes sienten que esto no da más, que esperar es imposible y que vale la pena hacer lo que sea para que el gobierno se caiga ya, como si deseos preñaran. Y ahora aparece una pugna entre dos partes irreconciliables a la que hay que sumar la lucha de egos de los líderes que ven en esta batalla la oportunidad (o el riesgo) de tener o perder el liderazgo de su grupo.

Esto evidentemente no funciona. No me refiero a ser radical —una opción que yo, personalmente, rechazo como vía, pero entiendo que siempre es una alternativa en la lucha política—, sino a serlo de manera incompleta, anárquica y con líderes que convocan y luego evaden.

Es interesante pensar en políticos como Rómulo Betancourt, por poner un ejemplo individual, o los comunistas de la época de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, por poner un ejemplo colectivo. Ellos no se hacían pasar por inocentes a la hora de pedirle al pueblo que se rebelara contra el régimen establecido y sus argumentos para no estar presos no eran que ellos no convocaban la violencia y la rebelión.

Creo que las guarimbas no componen la vía de protesta. Para mí son un gran error. Pero los líderes que las promueven o quienes creen en ellas tienen que dar la cara y asumirlas plenamente. Deben estar al frente de lo que creen, defendiéndolo y asumiendo todos los costos y beneficios de la acción.

Por ahora, el resultado no es más que la destrucción de sus propias zonas, una desconexión de los proyectos políticos viables y de los sectores populares. Incluso, cuando algunas manifestaciones tienen lugar en un barrio, las fotografías se muestran durante todo el día en las redes sociales, como si se tratara de la demostración de una masificación de la violencia. No se dan cuenta que el hecho que cualquiera pueda  decir de memoria el nombre de los barrios puntuales en donde ha ocurrido una protesta sonora es una clara demostración de que lo han hecho muy pocos.

En resumen: se desconectan de los más pobres, se dividen los liderazgos y se raya la protesta de la mayoría opositora. Todo esto sin ningún beneficio palpable.

Lamento no tener un “To do list” que proponga qué hay que hacer como sustitución de la guarimba. Eso es algo de lo que debe encargarse el liderazgo opositor. Pero lo que sí es innegable es que la acción, justa y sentida, de algunos guarimberos (distintos a los golpistas, que también los hay) sólo empeora lo que todos queremos resolver.

Nada puede ser exitoso sin planificación, sin objetivos concretos y sin liderazgos claros.

De mantenerse esa vía, sólo veremos más frustración del lado opositor. Eso sí: con más basura en la calle de la que algunos se sentirán orgullosos de haber tirado, pero que todos tendremos que limpiar en silencio.

Nada de esto que digo descalifica la idea de protestar y de exigir. Pero el país opositor tiene que articularse en una lucha pacífica, ésa que vuelve loco al otro y no a ti mismo. Ésa que significa acompañar a la gente en su drama diario y demuestra que hay otra forma de gobernar y vivir.

La protesta es la vía, pero la guarimba… es el barranco.

Por Luis Vicente León
Tomado de ProDavinci
Caracas, 6 de marzo de 2014

'Salida de la crisis venezolana tiene que pasar por la vía electoral' Por: PEDRO PABLO PEÑALOZA

El líder opositor Henrique Capriles explica por qué no apoyó toma de calles en Venezuela.

El Gobierno del presidente Nicolás Maduro lo acusa de golpista y sectores de la oposición lo tachan de blando. El gobernador del estado Miranda y excandidato presidencial, Henrique Capriles Radonski, camina por el filo de la polarización que divide a Venezuela. (Vea el especial: Todos somos Venezuela)
Las protestas contra Maduro han dejado en evidencia las fracturas en el seno de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Con su propuesta denominada 'La salida', la diputada independiente María Corina Machado y el dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López, hoy preso en la cárcel militar de Ramo Verde, llamaron a calentar la calle para provocar la caída de Maduro, en franco desafió a la estrategia de Capriles Radonski, quien planteaba el "camino largo" de erosionar la base de apoyo social chavista valiéndose de la crisis económica que golpea a las clases populares y medias.
En los últimos dos años, Capriles Radonski ha participado en cuatro campañas electorales, incluidas un par de presidenciales. Famoso por su afición a los maratones, en este 2014 sigue corriendo en medio del campo minado de la política venezolana.
Usted dice que rechaza el 'Maduro, vete ya'. Entonces, ¿para usted es 'Maduro, vete' cuándo?
El 'Maduro, vete ya' no quiere decir que no sea constitucional. Cualquier venezolano tiene el derecho de solicitar la renuncia de quien ocupa la Presidencia. A mi me han pedido la renuncia sectores oficiales. Eso no es ni un delito ni tiene por qué ser criminalizado.
Quién quiere más cambio que yo en Venezuela, que he sido un afectado directo. Fui candidato en una elección que denunciamos amañada (la elección presidencial del 14 de abril de 2013), que no fue transparente, presentamos pruebas, agotamos la institucionalidad interna y terminamos en una instancia internacional por la situación de los poderes, que son los que tienen a Maduro allí.
Maduro ocupa la Presidencia por el control de los poderes, porque aquí se hubiese hecho la auditoría y se cae esa elección. Nadie tiene por qué dudar de que Capriles no quiera que cambie el Gobierno. Soy el primer interesado en que cambie el Gobierno. Pero, cuál ha sido mi planteamiento, que esa frase 'Maduro, vete ya' no conecta (con las mayorías). Eso fortalece una polarización que no ayuda, está claro que simplemente con la polarización no vamos a imponer el cambio.
Ese mensaje no conecta con los venezolanos que viven en los sectores populares. La mayoría de los venezolanos vive en barrios populares y ese mensaje no suma descontento. Para lograr un cambio en el país tienes que aglutinar todo ese descontento, toda esa fuerza que rompe la polarización.

Cuando preguntas sobre la situación económica del país, te das cuenta de que 80 por ciento piensa que Venezuela va mal. Los problemas del país unen a los venezolanos. Entonces, dónde creo que debemos colocar el mensaje: en los problemas.

¿Por qué tiene que irse Maduro? 

Porque no hay alimentos, porque la inflación es la más alta del mundo, porque la inseguridad crece, porque no hay empleo, porque las empresas están cerrando, porque la corrupción sigue galopando y no pasa nada, porque el Gobierno dice que no hay dólares pero ellos montaron el control de cambios y saben que se robaron 25 mil millones de dólares.

Si eso no lo llenas de contenido, no vas a lograr el cuándo. El cuándo no lo sabes tú, no lo sé yo, lo que te puedo decir es que si tu construyes un movimiento social, y tienes cómo hacerlo porque el descontento está, eso te va a permitir cambiar la posición de fuerza. ¿Cuál fuerza? No las armas, la fuerza para que una crisis política tenga el apoyo para plantarse frente al Gobierno y decirle: o usted cambia o nosotros cambiamos al Gobierno.

¿Qué planteaba yo con las elecciones municipales? Quedar en esa posición de fuerza. Frente a un robo electoral (los comicios presidenciales del 14 de abril), vamos a un proceso que es más fácil para resguardar (el municipal), vamos a convertirlo en una elección que nos permita quedar en una posición de fuerza frente al Gobierno para activar cualquier salida constitucional.

Al no lograr eso, qué hace el estratega: vamos a reorganizarnos, a recontarnos, a reaglutinarnos, vamos a dedicarnos a sumar porque sabemos que esa crisis nos va a permitir sumar gente y pasamos a la ofensiva.

¿Cuál es la autocrítica que hago? Esa visión no se la explicamos en detalle a un sector del país que es la clase media, no orientamos, no tuvimos un discurso para la clase media. Vino ese discurso que decía ¡vamos a sacar al Gobierno ya, salgan a las calles! y hubo un sector que reaccionó.

Ahora, no creo que lo que hoy hay de protesta esté vinculado a eso. Ya eso quedó atrás. Incluso, los que plantearon 'La salida' (Machado y López) ya no hablan de eso.

Esto ha ido migrando a un movimiento en la calle, que hay que seguir orientando para que se conecte con la protesta social. El año pasado hubo 5 mil protestas en el país. Esa protesta social no es excluyente de la protesta de los estudiantes, tienes que hacer que se encuentren y ese es el reto que tenemos ahora.

Para salir de Maduro usted propone: a) incentivar la protesta para provocar su renuncia, b) convocar un referendo revocatorio cuando cumpla la mitad del mandato, o c) esperar a las elecciones de 2019.

Te respondería: Ninguna de las anteriores. No creo que es una u otra. Para salir de este Gobierno tienes que articular un movimiento social que te lleve a lograr cambios para conquistar poderes públicos imparciales.

Luego, sobre la base de esos poderes públicos imparciales y frente a una crisis política producto de una crisis económica que este Gobierno no quiere resolver, activar un referendo, una Asamblea Constituyente, una enmienda constitucional, una reforma constitucional o solicitar la renuncia.

Eso no se construye si la protesta social no la encuentras con la protesta política. Si no se encuentran y no las articulas, el que dice que quiere que Maduro se vaya ya puede terminar frustrado porque no logra su objetivo, y puede pasar de esa frustración a la apatía, a la antipolítica, y al final su aspiración que era cambiar el Gobierno se pierde en el tiempo.

Tenemos que hacer las cosas bien para poder tener el resultado que queremos. Si incurrimos otra vez en errores que resultaron muy costosos, lejos de buscar un cambio, podemos atornillar al Gobierno.

Usted denunció que el 14 de abril de 2013 fue víctima del ventajismo y la trampa. ¿La crisis venezolana puede tener una salida electoral?

La crisis venezolana siempre tendrá que pasar por una salida electoral porque la mayoría del país apoya la Constitución y quiere vivir en democracia. La democracia no son solo elecciones, pero el mecanismo por el cual el pueblo se expresa en democracia es un proceso electoral.

¿Qué tienes que lograr en esta situación de crisis? En el Consejo Nacional Electoral, por ejemplo, tres de los cinco rectores principales tienen sus periodos vencidos. Eso hay que renovarlo. Esa es la agenda y los planteamientos que tienes para avanzar y salir de la crisis.

Este es un Gobierno que se está consumiendo porque no toma ninguna acción para resolver la crisis. Trata de resolverla con represión, con cadenas y campañas comunicacionales, pero no resuelve nada.

El Gobierno, frente a un escenario como el que se vislumbra, va a tener que ceder. No puede haber posiciones intransigentes, no le pides al Gobierno que viole la Constitución sino que la acepte para renovar los poderes públicos y devolverle la institucionalidad al país.

Eso lo que va a permitir es que la salida pase necesariamente por un proceso electoral. Lo que se construye tiene que tener apoyo popular. No hay espacios para una salida que no cuente con el respaldo de los venezolanos.

Las protestas han dejado en evidencia las divisiones en la oposición. Por un lado están Machado y López, llamando a la gente a la calle, y por el otro está usted que en principio planteaba una línea moderada y electoral. Vistas las manifestaciones de estos días, pareciera que la tesis de Machado y López tiene mejor acogida que su propuesta.

Yo nunca he dicho que la protesta no es legítima. El pueblo lleva rato en la calle. El año pasado hubo 5 mil protestas. No es que yo esté en contra de la protesta o tenga una posición moderada. Lo que he dicho es que la protesta en un sector del país es legítima, pero si termina simplemente con una agenda que no le habla a la mayoría, no va a generar un cambio.

Pareciera que hay un interés individual o una ambición personal y no un interés colectivo. ¿Cuál ha sido mi tarea en este tema? Lograr que aquí no haya una frustración y que las dos partes del país se encuentren para que estén en una posición de centro.

Yo no estoy buscando que me den la razón ni estoy jugando al desgaste de una opción, como de repente había otros jugando a mi desgaste, buscar cómo yo saco a alguien del camino. Eso es un fraude histórico al momento que vive el país.

Yo no vivo en una burbuja, hay una realidad en el este de Caracas (de mayoría opositora) y otra en el oeste de Caracas (controlado por el chavismo). Entendamos que el país es mucho más grande de lo que algunos piensan. No se trata de que tú digas lo que algunos quieren escuchar, sino que mantengas coherencia.

Vamos a unirnos no sobre la Mesa de Unidad Democrática o el Gobierno, vamos a unirnos sobre la base de los problemas. Ese es el reto que yo tengo. No tiene ningún sentido caer en el debate de que si ellos dijeron, que si yo dije, porque eso quedo atrás.Quienes plantearon este tema ('La salida'), en un momento dado mandaron un mensaje, pero ya lo que hoy está en la calle no responde ni a unos ni a otros.

Hay un descontento en la calle que se está expresando, que si no lo reorientamos puede terminar en una frustración. Hay compañeros que creen que no, que la fuerza que tienen es suficiente para poder ganar. ¿Ganar qué en este momento? ¿Qué es lo que quieres ganar? Para poder ganar y poder mantener ese triunfo, tienes que incorporar al pueblo chavista para que esto sea sostenible en el tiempo. Me toca mantener la coherencia y seguir hablando con la verdad, no crear falsas expectativas.

Machado y López han señalado que Venezuela vive una dictadura. ¿Usted coincide con esa evaluación? ¿En una palabra, cómo definiría al Gobierno de Maduro?

El Gobierno hace cosas que son características de un sistema dictatorial. Nicolás dice: "me metes preso a fulano". Eso es dictadura. Pero hay otras cosas donde el Gobierno trata de guardar las formas. Esto no puedes definirlo con esos conceptos clásicos. Te diría más bien que esto es un modelo que cada día se distancia más del modelo democrático.

¿Cómo lo ve el venezolano? Si te vas a Altamira (zona del este de Caracas de clase media) te dicen que hay una dictadura. Pero si te vas al Guarataro (barrio pobre del oeste de la ciudad), te van a decir que no hay una dictadura.

No quiere decir que un sector esté en lo correcto y que el otro sector esté equivocado. Este es un modelo de concentración de poder que claramente no es una democracia, porque un partido que controla todos los poderes no es democracia.

Pero no creo que le puedas poner una etiqueta y decir que esto es una dictadura, porque me puedes decir que aquí estamos nosotros conversando, yo soy Gobernador, tú me estas entrevistando, sacan periódicos. Incluso, muchas de las actuaciones del Gobierno son claramente fascistas. Difícil definir esto porque hay de todo. Hay que explicarlo muy bien, no podemos perder credibilidad en la definición.

Sectores de la oposición le han acusado de blando y de no tener el coraje que exige esta crisis. Asimismo, aunque usted ha cuestionado las barricadas como forma de protesta, las mismas se mantienen en varias zonas de Caracas y el interior del país. ¿Siente que su liderazgo está cuestionado en este momento?

Siempre le he hablado al país desde la verdad. Algo que, para mi, es muy importante en política es tratar de ser coherente. Si 7 millones y medio de venezolanos creyeran en el planteamiento de que aquí hay que salir a matarse, que hay que hacer barricadas, ¿por qué no están en la calle? Qué quiere decir eso, que la mayoría del país no está en los extremos sino en el centro.

Aquí hemos sido coherentes y consistentes en nuestro planteamiento. Creo que para gobernar este país y lograr un cambio, eso pasa porque tengas más gente que la otra parte, pero no que sea una circunstancia, sino que tengas una base de apoyo sólida, consolidada, que te permita decir: Nicolás, o cambias o te vas.

Sin hacer señalamientos directos, yo he escuchado que dicen 'somos mayoría' (eslogan diseñado por Machado). ¿Cuándo hemos sido mayoría y cuál es la interpretación de esa mayoría? Mayoría fuiste el 14 de abril. En otros procesos, no fuiste mayoría. Lograste con tu mensaje que quienes apoyaban al Gobierno no votaran y eso te permitió ganar procesos electorales como el de la reforma en 2007 y las elecciones parlamentarias en 2010.

Para tu poder lograr lo que quieres, tienes que tener la mayoría. Una mayoría cohesionada, articulada. ¿Qué creo yo que hay que hacer? Seguir construyendo eso. Hay gente que dice, "pero nos vamos a pasar toda la vida"… ¿y quién dijo que nos vamos a pasar toda la vida? ¿Cuánto tiempo tenemos haciendo política de verdad, la política de salir a conquistar a las mayorías de este país? ¿Cuánto tiempo pasamos haciendo política en los medios de comunicación? ¿Cuánto tiempo le hemos dedicado a meternos en las barriadas populares con el fin de organizar a la gente para un proyecto mejor?

Es muy fácil decir que esto no se logró por falta de coraje de Capriles. Yo ya estuve preso, no creo que tenga que demostrarle aquí a nadie mi valentía. Si valentía es que Capriles se vaya a hacer una barricada en la autopista, entonces, no soy lo que tú quieres que sea. Para mi valiente es el que convence a otro con sus ideas y lo suma a su causa de lucha, promoviendo la protesta pacifica y de forma creativa para que haya un cambio en el país.

Está claro que ahora usted está en un escenario que no provocó ni apoyó. De hecho, usted admitió que la situación actual fortalecía al Gobierno porque le permitía cohesionar a sus bases y desviar la atención de la crisis económica. ¿Cree que la oposición ha retrocedido?
Creo que todavía estamos a tiempo de que toda esa energía que está en la calle pueda encontrarse con la protesta social. El reto que tenemos es que esto no genere una frustración y un retroceso. Ese ha sido nuestro trabajo, no orientado a desmovilizar, pues hace falta que la gente se exprese porque el país va mal.

Me contenta ver que sectores que hicieron un planteamiento inicial ya corrieron para este lado porque se dieron cuenta de que por allí no era la cosa, por allí llevaban a la gente a una frustración muy pronto.

El peor error que se puede cometer es atornillar a un Gobierno débil. Si hay un Gobierno débil, hagamos que ese Gobierno débil termine de consumirse para que el país pueda tener un Gobierno que apunte al progreso de los venezolanos. Este es un Gobierno en extinción.

¿Por qué no ha visitado a López en la cárcel?

Ayer (martes, 4 de marzo) estuve con Lilian Tintori (esposa de López), la fui a visitar a su casa. En estos momentos no están permitidas las visitas salvo a familiares y abogados. En el momento que me den la autorización, voy. Allí no hay nada extraño.

Cuando todo esto comenzó, parecía que usted intentaba ubicarse en un punto medio, criticando los excesos de las protestas y la represión del Gobierno. Con el transcurrir del tiempo, su discurso se ha radicalizado y hasta ha hablado de un Gobierno "moribundo". ¿La situación lo ha entrampado y ha tenido que ceder ante las presiones internas que le reclamaban posiciones más contundentes?

No es ceder a posiciones. No soy intransigente, tiene que haber siempre el sentido de la autocrítica. Hay un sector del país al que no le transmitimos un mensaje, a la clase media.

Esa clase media forma parte del país y se siente golpeada y desesperanzada. La clase media está migrando a otros países para trabajar en cualquier cosa, sin duda alguna allí hay un problema y debe haber un mensaje. Se trata de poder leer todo.

Ahora, así como nos damos cuenta de eso también hacemos la reflexión de que la clase media no es el país por sí sola, sino que la mayoría vive en los barrios populares. Estos grupos no son excluyentes, pero tenemos que entender que si nosotros no privilegiamos los problemas que viven la mayoría de los venezolanos –y que también sufre la clase media-, este deseo de cambio no va a tener el peso para lograrlo.

¿Cuántos pobres votaron por Capriles el 14 de abril? Más de 5 millones. ¿Cuántos chavistas? 700 mil. No fue que no salieron a votar, salieron a votar por mí. Lo que quiero decir es que yo siento que es un proceso dinámico sobre el cual hay que ir organizando y articulando. Así es la política.

Las protestas contra Maduro ya cumplen un mes. ¿Para dónde va esto?

La protesta puede cambiar su dinámica, pero mientras haya tantas razones para protestar, vas a tener gente protestando. A esas personas no las mueve nadie, se mueven solas.

¿Cuándo terminará eso? El Gobierno tiene una oportunidad si llama al diálogo. Nosotros siempre estamos dispuestos a dialogar. Nadie se puede negar a dialogar, pero el diálogo no puede ser vacío, tiene que tener contenido, hechos, resultados.

El Gobierno puede oír la protesta, atenderla, pero eso pasa necesariamente porque el Gobierno dé demostraciones para que el diálogo agarre fuerza, que no sea un show de televisión.

¿Cuánto va a durar esto? Dependerá mucho de lo que haga el Gobierno, que tiene que soltar a los presos políticos y desarmar a los paramilitares chavistas. Nada de eso dice 'Maduro, vete ya', está en el Gobierno que ese diálogo sea fructífero. Sin duda eso va a ayudar al proceso de bajar la protesta en el país porque la gente va a sentir que su demanda legítima es escuchada y atendida.

¿Qué opina de la actitud del presidente colombiano Juan Manuel Santos ante la crisis venezolana?

Siento que todos los gobiernos de América Latina han sido tímidos, como si estuvieran durmiendo una siesta, frente a la situación de nuestro país. Gracias a Dios, las relaciones internacionales no se circunscriben única y exclusivamente a los gobiernos. Los gobiernos de América Latina, por lo visto, privilegian su interés económico sobre los principios democráticos.

Cuando uno ve al vecino, al hermano, indiferente por supuesto que te duele más, pero yo no haría un señalamiento solo al Gobierno del presidente Santos, sino a los gobiernos de América Latina. Igual fue con la auditoría de las elecciones del 14 de abril. Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) aprobó la auditoría y después se lavaron las manos. Humala (Ollanta, presidente de Perú) y todos los que estaban allí, aplaudieron la realización de la auditoría pero aquí no vinieron comisiones ni nada.

Un gobierno se protege con otro, hay una alianza, yo hubiese esperado más, no solo del Gobierno del presidente Santos sino de la política colombiana, que no está alineada con las cosas que ocurren en nuestro país. Hasta la izquierda colombiana tiene profundas diferencias con el Gobierno venezolano. Pero cuando el hermano tuyo, que es Colombia, está indiferente… hay un nuevo liderazgo en América Latina, que en plano ideológico se ubica desde el centro hacia la izquierda, que ojalá podamos coincidir para levantar las banderas de los principios democráticos por encima de los intereses comerciales.

Queremos la paz de Colombia, pero le hemos dicho al Gobierno del presidente Santos que para que la paz en Colombia sea la que quieren los colombianos, eso será mucho más fácil lograrlo si el Gobierno de Venezuela es democrático y no es cómplice ni le abre las puertas a los grupos irregulares.

¿Piensa que los intereses económicos y la negociación con la guerrilla impiden que Santos asuma una posición más crítica con respecto a Maduro?

Si están violando los Derechos Humanos de tu vecino, ¿te vas a hacer el loco? ¿Vas a ser indiferente? ¿Cuáles son, entonces, los principios? ¿El pragmatismo se lleva todo por delante? ¿Las importaciones son más importantes que los Derechos Humanos, que los principios democráticos?

Seré un principista soñador, pero ante una realidad como la que está ocurriendo, yo daría un paso al frente para levantar la bandera de la democracia y los Derechos Humanos, y no dejarme chantajear como pretendió Nicolás chantajear al presidente Santos cuando yo fui a reunirme con él. ¿Nicolás condiciona con quién se reúne el presidente Santos y bajan la cabeza?

Yo escuché a la canciller Maria Ángela Holguín negando la posibilidad de una nueva reunión entre Santos y yo. No se le estaba pidiendo ni mucho menos, pero ¿quieres quedar bien con el Gobierno de Venezuela?

Cuidado, escuchen también lo que piensa el pueblo colombiano. No subestimen al pueblo colombiano. Colombia ve lo que está pasando aquí. Por un determinado interés comercial, particular, no terminan solamente dándole la espalda al pueblo venezolano, sino a su propio pueblo, que quiere de su Gobierno un sentido de solidaridad y de posición firme frente a las violaciones de los Derechos Humanos en nuestro país.

PEDRO PABLO PEÑALOZA
Para EL TIEMPO
CARACAS 06 de Marzo del 2014

5 mar 2014

Cómo enfrentarse al chavismo: La oposición no debe inventarse una insurrección, sino llegar a ser mayoría Por Joaquín Villalobos

Es en realidad posible que a corto plazo se derrumbe el Gobierno chavista?; ¿puede ocurrir en Venezuela lo que acaba de ocurrir en Ucrania o lo que pasó recientemente en el mundo árabe?; ¿está el modelo bolivariano social y políticamente agotado?; ¿son similares las condiciones que vive Maduro con las que tumbaron a Fujimori en Perú y a otros Gobiernos del continente? Las informaciones que llegan de Venezuela, sobre todo de los opositores, dejan la impresión de que el gobierno de Maduro está a punto de caer fruto de las protestas callejeras. Sin embargo, derrocar Gobiernos a partir de movimientos civiles no es fácil.

La polarización que domina Venezuela ha contaminado los análisis políticos con una lógica de buenos o malos, empobreciendo el debate intelectual sobre lo que está pasando en ese país. Luego de una década, denunciar las maldades antidemocráticas del chavismo se ha vuelto repetitivo e irrelevante. Es público que en las actuales protestas callejeras no solo están presentes descontentos sociales, sino una lucha entre las estrategias de los dos principales líderes opositores sobre cómo enfrentarse al chavismo. La estrategia de Leopoldo López se inclina por provocar la caída a corto plazo del gobierno de Maduro y la de Henrique Capriles se orienta a acumular fuerzas para enfrentarse al chavismo y derrotarle en futuros procesos electorales. ¿Cuál de estos líderes tiene la razón?

Toda protesta rompe la normalidad de quienes participan y de quienes no participan; esto vuelve imposible mantener de forma indefinida a miles de personas movilizadas permanentemente. La lucha de calle tiene por ello un periodo de ascenso y un periodo de descenso que ocurre por agotamiento natural. Una protesta social solo puede sostenerse de forma prolongada si hay un motivo de gran potencia que sea retroalimentado por una represión tan brutal como la de Ucrania. La crisis económica y la inseguridad son factores potentes para motivar una protesta social normal, pero no para tumbar un Gobierno. Las elecciones son el mecanismo más efectivo para descargar descontentos sociales y Venezuela ha tenido casi una elección anual durante los últimos 15 años.

Los gobiernos bolivarianos manipulan las instituciones, aplican la justicia a su antojo, coartan la libertad de expresión, pero no matan y usan la represión de forma moderada. Cuando una represión es brutal, ni se puede ocultar, ni es necesario exagerarla. Teniendo a cuenta los quince años de polarización extrema que tiene Venezuela, la violencia política sigue siendo poco relevante. Ni el Gobierno quiere matar, ni los opositores están dispuestos a provocar que les maten. La realización sucesiva de eventos electorales ha impedido que la violencia se generalice.La oposición ha sobrevalorado el factor externo en su lucha, sin considerar que la presión internacional hace ruido, pero no derrumba Gobiernos, a menos que se trate de una intervención militar, que es impensable en Venezuela. Hay mayoría de gobiernos de izquierda en Latinoamérica y estos seguirán apoyando a Maduro a partir de considerar que si este llegó por los votos, solo por los votos debe salir del poder. Este argumento no tiene nada que ver con solidaridad izquierdista, sino con defender la propia estabilidad de sus gobiernos.

Si López persiste en su estrategia de revuelta popular para que “Maduro se vaya ya”, las protestas tenderán a ser cada vez menos masivas, menos pacíficas, más violentas y más impopulares. Los grupos de choque de López se enfrentarán a los grupos de choque de Maduro por el control de la calle, hasta volverse una situación cotidiana desgastante que producirá muertos por goteo de lado y lado, tal como ya está empezando a ocurrir. Las protestas pueden servir para acumular fuerzas, denunciar y debilitar al chavismo, pero no podrán por sí solas derrocar al Gobierno de Maduro. La oposición no cuenta con ningún instrumento de poder para generar un desenlace y esto solo sería posible si se produjera una división en el Ejército o en las filas chavistas.

Sin embargo, la estrategia “insurreccional” de López genera miedo al revanchismo en las filas chavistas y el miedo es un factor de unidad y no de división. Por lo tanto, López está cohesionando más al chavismo en vez de dividirlo.


La oposición venezolana cometió graves errores en el pasado, siguieron una estrategia invertida que se inició con un golpe de Estado y continuó con huelga, protestas callejeras, elecciones, denuncia de fraude y retiro de las elecciones hasta fragmentarse en decenas de pequeños grupos. Ese error implicó que los opositores le regalaran a Chávez el control total del Ejército, del petróleo, del Parlamento, de la justicia y del poder electoral. Luego corrigieron, se unieron, regresaron a las elecciones, ascendieron en resultados y cometieron un nuevo error al convertir en derrota su excelente resultado frente a Maduro. Su obsesión por denunciar “fraudes” electorales inciertos termina en deslegitimación de las elecciones, que son el único instrumento que tienen para llegar al gobierno. No es lo mismo enfrentarse a un fraude que competir en desventaja.Las crisis económicas hacen perder elecciones, pero no derrumban gobiernos automáticamente. El chavismo como fenómeno político ha sido un proceso de inclusión social y de construcción de nuevas élites. Ambas cosas han ocurrido mediante una reorientación desordenada de la renta petrolera con mecanismos que pueden ser considerados corruptos, ineficientes y populistas, pero este tipo de mecanismos son históricamente similares a los que dieron base a muchas otras élites y fuerzas políticas en el pasado en todo el continente. Se trata de una fuerza social que nació políticamente con Chávez, y esto genera unas lealtades que no se degradan tan rápidamente por efecto de la crisis económica o porque se violen libertades.

Sin duda Maduro es un pésimo gobernante, Venezuela vive una terrible crisis y el chavismo se está agotando, pero su fuerza social es suficiente para mantenerlo en pie. El problema central de la oposición venezolana no es inventarse una insurrección, sino convertirse en mayoría superando las arbitrariedades antidemocráticas, dar seguridades al chavismo de que no habrá revancha, ganar elecciones y reunificar a Venezuela con chavistas incluidos. El medio siglo de castrismo habría sido imposible sin la cooperación de la oposición recalcitrante del anticastrismo de Miami y el bloqueo de Estados Unidos. Capriles tiene razón: hay que acumular fuerzas. La estrategia de López paradójicamente puede dividir a la oposición y darle fuerza a Maduro. El debate principal no es sobre la maldad del chavismo, sino sobre la estrategia de la oposición, porque la suerte de Venezuela, solo los venezolanos pueden decidirla.

Por: Joaquín Villalobos: exguerrillero salvadoreño y es consultor para la resolución de conflictos internacionales.

Tomado de El País el 5/03/2014 

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