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6 may 2013

¡Respete al barrio, sr. Maduro! Por Jesús "Chuo" Torrealba


Los venezolanos ya sabíamos que el ocupante temporal de Miraflores tiene algunas limitaciones, como no saber con precisión cuales son los estados del país, condición que compensa con habilidades sorprendentes, como la de hablar con los pájaros.

Lo que no sabíamos era que compartiese prejuicios clasistas, como el de asumir que quienes vivimos en los barrios somos dados a resolver a puños nuestras diferencias. De la lucha contra los prejuicios trata, pues, este texto

“Ustedes saben que nuestros diputados vienen de barrios, de la calle y mueven las manos muy rápido“.

Con esas palabras, dichas el pasado viernes 3 de mayo en una asamblea con trabajadores del Metro de Caracas, intentó explicar el señor Nicolás Maduro Moros -presidente proclamado por el Consejo Nacional Electoral- su versión de los bochornosos hechos de violencia ocurridos en la Asamblea Nacional el pasado martes 30 de abril, que dejaron como saldo siete diputados heridos, TODOS pertenecientes a la bancada opositora. Maduro afirmó que la violencia fue “provocada y planificada por la oposición” y, ante la realidad de que los únicos heridos en la refriega fueron aquellos que el señor Maduro acusó de haberla “planificado”, la única explicación que dio fue que eso ocurrió porque los parlamentarios de su tendencia son de “la calle, de barrio y mueven más rápido las manos”.

Insulto al 54% de los venezolanos

 No vamos a referirnos aquí a lo ocurrido en la sede del muy disminuido poder legislativo venezolano, primero degradado de parlamento a cuartel y luego degradado más aun, a la infame condición de paraje de emboscadas. Ya el país y el mundo entero vieron lo que ocurrió pues, pese al bloqueo informativo oficial, los videos tomados con los teléfonos celulares de las víctimas permitieron establecer con precisión quienes fueron los agresores y, en consecuencia, quienes son hoy sus alcahuetes. Eso ya es materia sabida. Lo que si nos interesa alertar, destacar y denunciar es el carácter clasista, descalificatorio e insultante que para todo el pueblo venezolano, y en particular para ese 54 % de compatriotas que vivimos y luchamos en los barrios, tienen las lamentables declaraciones del señor Maduro Moros.

En efecto, ¿a cuenta de qué ese señor viene a justificar las presuntas habilidades belicosas de sus compañeros de partido diciendo que ellos son así (violentos, agresivos, sujetos que “mueven más rápido las manos”) porque supuestamente “son del barrio”? ¿De dónde saca Maduro Moros que “ser del barrio” es sinónimo de peleador callejero? ¿Qué lo autoriza a utilizar nada más y nada menos que la temporal investidura de Presidente de la República y los micrófonos del canal del Estado para reproducir y reforzar los prejuicios clasistas de que hemos sido víctimas por décadas los habitantes de los barrios, al presentarnos a todos como “malandros”, “pendencieros” o “matones”?

Desmontando falsedades

La falsedad de tales prejuicios está más que demostrada por la etnografía, la sociología, la economía y hasta por la estadística. Empecemos por esta última: De acuerdo al último Censo de Población y Vivienda, la población de Venezuela se aproxima a los 30 millones de personas. Según proyecciones basadas en cifras del Consejo Nacional de la Vivienda, aproximadamente un 54 % de la población venezolana vive en estos “desarrollos habitacionales no controlados” conocidos como en nuestro país como “barrios”. Del cruce de estos dos datos podemos extraer que en barrios viven unos 16,2 millones de venezolanos. Por otro lado, estimaciones hechas por expertos criminólogos (Fermín Mármol García y Javier Gorriño, entre otros) ubican en 180 mil la cantidad de delincuentes violentos en nuestro país, organizados en unas 18 mil bandas. Estos números son de mucha utilidad porque en el supuesto negado que TODOS los delincuentes de este país vivieran en barrios, eso sólo revelaría que el 98,9 % de los habitantes de los barrios son gente honesta, y que apenas un 1,1% de esa población estaría integrada por transgresores de la Ley. Quizá sea muy complicado para quienes “ahora y mientras tanto” están en el poder, pero el resto de los venezolanos pueden corroborar estos datos haciendo una sencilla regla de tres.

Esta contundente realidad estadística nos coloca frente a otra no menos contundente realidad económica: Este país podría vivir tranquilamente sin boliburguesía (ese sector social que ni aporta fuerza de trabajo ni aporta capital a la actividad productiva, sino que amasa fortunas gigantescas gracias a estar bien “enchufados” en el poder político), pero Venezuela sería absolutamente inviable desde el punto de vista económico sin el músculo productivo y sin la capacidad de consumo que reside en los barrios.

Cinismo justificador

Desde el punto de vista antropológico, sociológico y etnográfico la evidencia también desmiente al prejuicio madurista sobre que “ser del barrio” es sinónimo de “ser violento”: Todas las miradas desde esas disciplinas revelan que los barrios fueron en su origen espacios de transición creados por humildes venezolanos que vinieron a las ciudades huyendo del hambre y de las enfermedades que azotaban el interior del país, y que con trabajo honesto financiaron los estudios de sus hijos para de esa manera crear la columna vertebral de lo que hoy es la clase media venezolana.

Una cosa si es cierta: Si el empleo privado sigue disminuyendo y el empleo público sigue precarizándose; si las instituciones siguen desdibujándose y la impunidad sigue campeando; Si estar “enchufado” sigue siendo más lucrativo que ser productivo, si se sigue atentando desde el poder contra la cultura del trabajo y si la ley sigue siendo no una garantía para la convivencia sino un garrote para la disidencia, entonces si es verdad que no solo los barrios sino todo el país será pasto de esa indeseable violencia que hoy el ocupante accidental de Miraflores justifica con cinismo. Por eso es que todos, chavistas y caprilistas, están obligados a entenderse para darle un parao a la inmadurez hecha gobierno. “Hay que mover las manos rápido”, no para golpear a nadie, sino para construir una patria en que esta violencia absurda sea impensable.

Y los primeros que deseamos esto somos, precisamente, la gente del barrio, que ya estamos hartos de la violencia y de los violentos.

Jesús Chuo Torrealba | @ChuoTorrealba
Tomado de DiarioLaVoz

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